Sabemos con certeza, gracias al avance de la Cirugía Plástica, que nuestros tejidos pierden con los años, su textura, tono, elasticidad y posición ideal. Mediante la aplicación de sustancias de calidad médica, podemos estimular a nuestras células para que mejoren su funcionamiento y a los tejidos para que recuperen su calidad, logrando mejorar nuestra apariencia y salud. Son procedimientos diseñados para realizarse sin la necesidad de cirugías o anestesia.
La primera aplicación clínica de la infiltración local se realizó en 1977 como tratamiento corrector del estrabismo, una patología oftalmológica caracterizada por la hiperactividad de los músculos encargados de movilizar el globo ocular. Desde entonces, su uso se ha extendido no solo en el ámbito de la medicina sino también en el de la estética.
Su uso en cosmética, el sector de mayor demanda, se conoce desde 1996, aunque cubre múltiples necesidades. Posee la capacidad de retener el agua en un porcentaje equivalente a miles de veces su peso. Es por ello que se emplea para hidratación de la epidermis ya que reconstituye las fibras que sostienen los tejidos de la piel.
